jueves, 22 de diciembre de 2011
lunes, 19 de diciembre de 2011
Desde el kilómetro cero hacia el proceso constituyente para una nueva constitución
Ayer sábado 17 de diciembre a las 10’30, en el Centro Arrupe de Sevilla, tuvo lugar la primera asamblea para debatir la conveniencia de avanzar hacia la apertura de un proceso constituyente, la cual debiera redactar mediante el concurso de la ciudadanía, y a partir de cauces efectivos de participación, una nueva Constitución, esta sí, verdaderamente popular en su génesis, contenido y aplicación.
Se trata de una idea que ha emergido en el seno del movimiento del 15-M, una vez constatado lo obsoleto, inoperante y fraudulento de la actual Carta Magna (¿cómo calificar de democrático a un régimen cuyo Jefe de Estado no es electivo y cuyo presidente no se decide mediante consulta directa?).
Lo cierto es que en un principio tal demanda suscitó recelos en el seno de este gran movimiento social, pero progresivamente ha ido tomando carta de ciudadanía, de modo que en la actualidad es asumida por numerosas comisiones y por buena parte de las asambleas de barrios y ciudades.
La convocatoria del pasado sábado contó con la asistencia de unas ciento cincuenta personas, llegadas de numerosos puntos de Iberia y del extranjero, como los casos de Venezuela y Chile, país este último donde también se está reivindicando un nuevo orden constitucional.
La presente asamblea se consideró como el “kilómetro cero” de la larga marcha hacia la nueva Carta Magna. Tras la presentación del grupo inicial de donde emergió la iniciativa (cinco personas provenientes de diversos ámbitos, desde el libertario hasta el cristianismo de base), se procedió a explicar brevemente la naturaleza de un Proceso Constituyente y las causas de su necesidad en el presente contexto sociopolítico, para abrir a continuación un turno de palabra mediante el que la gente se expresara libremente.
Así, la gran sorpresa, a criterio de quien escribe estas líneas y que se encontraba en la reunión, fue la intensa carga de esperanza, espíritu positivo, ilusión y ganas de trabajar reflejadas en las intervenciones.
De esta manera, una mujer de Sevilla, pionera del proyecto de unos huertos vecinales y comunales, lo calificó como el “milagro” que sucede cuando “la gente está enamorada de la vida”. Otros usaron, para calificar este emerger de las resistencias, los apelativos de “explosión” y de “entusiasmo”. Hubo quien invitó, de cara a la presente iniciativa, a aplicar un “amor inteligente”.
Alguna intervención recalcó lo insólito de una indignación canalizada mediante la fraternidad y la alegría, al contar que su hija afirmó, en referencia a los acampados en Sol que “para estar tan indignados se les ve muy felices”. Rubén Martínez Dalmau, asesor jurídico de los procesos constituyentes de Ecuador, Bolivia y Venezuela, reconoció, visiblemente contento, que anteriormente “había perdido la esperanza” de que en España emergiera semejante demanda, considerando por tanto que “este día en Sevilla es un momento histórico”.
Acto seguido, y en un ambiente no ya positivo, sino entusiasta, se propuso una hoja de ruta que desembocaría en el “kilómetro uno”, concretizado mediante otra asamblea a celebrar en Cádiz el día de la Pepa, el 17 y 18 de marzo.
Se hizo hincapié en la necesidad de transmitir a la ciudadanía la pertinencia de nuestra lucha para difundirla y hacerla calar en la opinión pública, dejando claro que aunque las iniciativas las impulsan las minorías, aquellas tienen vocación de universalidad de cara a su operatividad.
A partir de ahí, se aprobó por unanimidad y a brazo alzado el echar a andar desde ese preciso instante. Y así fue. Y todos rompimos a aplaudir, felices, aliviados, sonrientes, esperanzados.
Y, antes de irnos, un gaditano se ofreció para el trabajo de organización de la asamblea de la Pepa; alguien pidió voluntarios para una comisión de tecnología y otro respondió; se abrió una alcancía para gastos puntuales y empezaron a aparecer billetes; un universitario propuso abrir un frente de sensibilización en la Universidad y al punto emergió un grupo de personas intercambiándose los correos para darle forma a este plan concreto…
Y así fue como unos sanchos se transformaron en quijotes a la sombra de una causa noble que les entusiasmó. Helder Camara decía al respecto que “don Quijote es más realista que Don Sancho”. Y, en todo caso, ante lo difícil y complicado de la empresa, siempre diremos, con Silvio Rodríguez que “he preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado”.
sábado, 10 de diciembre de 2011
La Constitución de la II República: 80 años y sin arrugas
La Constitución de la II República: 80 años y sin arrugas
Quizás sea porque murió joven, como una estrella del rock, y por eso se hizo mito. El caso es que la Constitución de la II República, que hoy cumple 80 años, ha resistido bastante bien al paso del tiempo.
Un 9 de diciembre las Cortes aprobaron la Constitución de 1931, con la que España pasaba a ser, definitivamente, una república democrática. Hasta entonces, este país se había caracterizado por un abrumador dominio de la Iglesia católica y por una sucesión de monarcas y de gobiernos militares. La España negra se pintó el rostro de tres colores.
Era 1931, qué lejos, pero en este país se reconocía por primera vez el derecho al sufragio universal, la mujer pasaba a participar activamente en la vida política, se legalizaban los partidos y los sindicatos, se dejaba la puerta abierta a las autonomías, se eliminaba la censura previa, se reconocía el derecho al divorcio, y un largo etcétera.
En algunos artículos, aquella Constitución, parece incluso más joven y más bella que la actual:
- Art. 25. No podrán ser fundamentos de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas ni las creencias religiosas. El Estado no reconoce distinciones y títulos nobiliarios.
- Artículo 26: [...] El Estado no mantendrá, favorecerá, ni auxiliará económicamente a las Iglesias, Asociaciones e Instituciones religiosas.
- Artículo 44. Toda la riqueza del país, sea quien fuere su dueño, está subordinada a los intereses de la economía nacional y afecta al sostenimiento de las cargas públicas, con arreglo a la Constitución y a las leyes. La propiedad de toda clase de bienes podrá ser objeto de expropiación forzosa por causa de utilidad social mediante adecuada indemnización.
Hay que leer entera aquella Constitución para ver hasta qué punto sigue joven, pese a haber nacido hace ya casi un siglo. Leer el artículo 25 y luego recordar los indultos que el Gobierno ha concedido estos días al banquero más rico de España y a dos directivosdeja perplejo a cualquiera. O el artículo 26, mientras que ahora el Estado da anualmente 10.000 millones de euros a la Iglesia. O el artículo 44 entre mareas de desahuciados.
O, simplemente, comparar de nuevo ese artículo 25 de la Constitución de 1931 con el artículo 56 de la actual Constitución, que dice que “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”, deja más perplejo aún.
En tiempo de recortes sociales y pérdidas de derechos, oímos a un Mariano Rajoy que se siente “legitimado” por la mayoría absoluta para “hacer lo que hay que hacer”, cuando la mayoría de escaños no se corresponde con la mayoría de votos en el Congreso. La editorial de hoy del diario económico Expansión le pide a Rajoy flexibilizar el mercado laboral y conseguir que “la negociación colectiva no sea un apretado corsé que ahogue la competitividad de las empresas”. Los beneficios por encima de los derechos laborales y la voluntad de los ciudadanos. Y eso mientras algunos siguen teniendo indecentes beneficios.
En nuestra época, al menos, queda la satisfacción de saber que un día como hoy, hace 80 años, se redactó una Constitución que tiene una vigencia absoluta. Aquel recuerdo nos muestra de lo que somos capaces. Feliz 80 aniversario.